Más que a los Titanes
y las Titanias cuenta Hesíodo-, Urano (el Cielo) detesta a sus otros
hijos, los Cíclopes y los Hecatónquiros. Son criaturas brutales.
Para no tener que
encararse con ellos, el Cielo estrellado los obliga a vivir en el vientre
oscuro de Gaia (la Tierra), sin ver jamás la luz del día.
A Gaia la hace sufrir
'esa reclusión de sus hijos. Sufre también con la continua fecundidad que le
impone Urano (desde que se unió a él su vientre no ha cesado de engendrar). y empieza a odiar a su
celeste esposo.
Decide vengarse de él.
Llama a los Titanes y les pide que la ayuden a destronar a Urano.
Todos se niegan. Sólo
Cronos ( Saturno ) acepta el encargo de su madre, porque ya se había rebelado
ante sus sufrimientos.
El valiente guerrero
del Tiempo promete a Gaia que la vengará. Y ella le entrega la afilada guadaña
que, con terrible propósito, venía preparando hacía tiempo.
Cuando Urano se
aproxima a la esposa para fecundarla nuevamente, Cronos se arroja sobre su
padre. Lucha con él y lo vence.
Urano sangra y se
retuerce. Un grito de dolor resuena en todo el mundo.
Los genitales de Urano
vuelan por el espacio. La sangre corre sobre la tierra y sobre las aguas.
En el mar, los órganos
con el semen expelido forman una espuma blanquísima, de la cual surge Afrodita
(Venus), diosa de la belleza femenina y el amor.
En la tierra, la
sangre da origen a las Melíadas, Ninfas de los bosques, y a las Erinias (las
Furias) vengadoras de los crímenes semejantes al de Cronos.
Pero ellas no pueden
hacer nada contra el vencedor de Urano, pues todo el poder del mundo le
pertenece.
El titán soberano se
une a Rea (Cibeles), su hermana, y en ella engendra una multitud de hijos. Sin
embargo, los devora a todos en cuanto nacen, para que no 10 destronen.
Sólo una de esas
criaturas escapó a su voracidad y lo destronó, quitándole el cetro del mundo:
Zeus (Júpiter) el poderoso olímpico.